lunes, 26 de octubre de 2009

CRÍMENES EJEMPLARES (De Max Aub)

CONFESIONES REALES RECOGIDAS POR MAX AUB EN MÉJICO, FRANCIA Y ESPAÑA.


-No lo hice adrede.-Yo tampoco. Es todo lo que se le ocurrió repetir a aquella imbécil, frente al jarro, hecho añicos. ¡Y era el de mi santa madre, que en gloria esté! La hice pedazos. Les juro que no pensé, un momento si quiera, en la Ley del Talión. Fue más fuerte que yo.


-Lo maté porque habló mal de Juan Álvarez, que es nuy mi amigo, y porque me consta que lo que decía erauna gran mentira.


-¡Antes muerta! -me dijo. ¡Y lo único que yo quería era darle gusto!


-Lo maté en sueños y luego no pude hacer nada hasta que lo despaché de verdad. Sin remedio.


-La hendí de abajo a arriba, como si fuera una res, porque miraba indiferente al techo mientras hacía el amor.


-¿Ustedes no han tenido nunca ganas de asesinar a un vendedor de lotería, cuando se ponen pesados, pegajosos, suplicantes? Yo lo hice en nombre de todos.


-Un poquito más.
No podía decir que no. Y no pude sufrir el arroz.
-Si no repite otra vez, creeré que no le gusta.Yo no tenía ninguna confianza en aquella casa. Y quería conseguir un favor.Ya casi lo tenía en la mano. Pero aquel arroz...
-Un poco más.
-Un poquitín másEstaba empachado. Sentí que iba a vomitar. Entonces no tuve más remedio que hacerlo. La pobre señora se quedó con los ojos abiertos, para simpre.


-Íbamos como sardinas y aquel hombre era un cochino. Olía mal. Todo le olía mal, pero sobre todo los pies. Le aseguro a usted que no había manera de aguantarlo. Además el cuello de la camisa, negro, y el cogote mugriento. Y me mkiraba. Algo asqueroso. Me quise cambiar de sitio, y aunque usted no lo crea, ¡aquel individui me siguió! Era un olor a demonios, me pareció ver correr bichos por su boca. Quizá lo empujé demasiado fuerte. Tampoco me van a echar la culpa de que las ruedas del camión le pasaran por encima.


-Hacía tres años que soñaba con ello: ¡estrenaba traje! Un traje clarito, como yo lo había deseado siempre. Había estado ahorrando, peso a peso, y, por fin, lo tenía. Con sus solapas nuevecitas, su pantalón bien planchado, sus valencianas sin deshilachar...Y aquel tío grande, sordo, asqueroso, quizá sin darse cuneta, dejó caer su colilla y me lo quemó: un agujero horrible, negro, con los bordes color café. Me lo eché con un tenedor. Tardó bastante en morirse.


-Lo maté porque estaba seguro de que nadie me veía.


-Era tan feo el pobre, que cada vez que me lo encontraba, parcía un insulto. Todo tiene un límite.


-Estábamos en el borde de la acera, esperando el paso. Los automóviles se seguían a toda marcha, el uno tras el otro, pegados por sus luces. No tuve más que empujar un poquito. Llevábamos doce años casados. No valía nada.


-Era más inteligente que yo, más rico que yo, más desprendido que yo; era más alto que yo, más guapo, mas listo; vestía mejor, hablaba mejor; si ustedes creen que no son eximentes, son tontos. Siempre pensé en la manera de deshacerme de él. Hice mal en envenenarlo: sufrió demasiado. Eso, lo siento. Yo quería que muriera de repente.


-Lo maté porque tenía una pistola. ¡Y da tanto gusto tenerla en la mano!


-La maté porque (no) era mía.


-Lo maté porque era más fuerte que yo / Lo maté porque era más fuerte que él.

viernes, 23 de octubre de 2009

DE JOSEPH Y SEBASTIEN

-Sabes Joseph me gusta escribir a pelo, y follar también. Todo el mundo quiere sentirse agarrado, prefieren las cicatrices que dejan las marcas antes que el vacío que arrastra la soledad.-

- Todo el mundo tiene miedo al abandono Sebastien es lógico.-

- Tú y tu dañina lógica.-

-Porcierto amigo cierra la ventana que empieza a refrescar y hazme el favor de poner la canción "The Dreamer" de Jose James, siempre me gustó la voz de ese chico.-



-Ya tienes tu música, respecto a las ventanas querido Joseph, es octubre, me gusta abrir todas las ventanas de la casa para que se congele. Me gusta sentir exteriormente lo que siento interiormente. Estar en casa muerto de frio, sentir esa falsa seguridad. Moverme bloqueado de un lado a otro, sin rumbo. Débil.-

-Creo que existen mejores métodos para ello, decididamente los hay Sebastien.-

-Pero a fin de cuentas yo solo necesito mi bastón, tú a eso que llamas mujer o trabajo. Piénsalo Joseph, a mi me basta con levantarme, acercarme y cogerlo, creo que tú necesitarás, llorar, sufrir y sudar para conseguirlo. Decididamente me quedo con mi bastón.-

-Tú ni siquiera usas bastón.-

-Lástima por otra parte que en cambio tú si necesites de un flotador.-

-Eso que tú llamas flotador, amigo, es mi mujer. Simplemente trato de compartir mi felicidad.-

-Maldita felicidad. ¿Pero aún no lo ves?. Te pasas toda la vida persiguiéndola sin darte cuenta de que dependes de un algo para lograrla.-

-Solo quiero estar con ella Sebastien.-

-Porque no puedes estar solo Joseph.-


ShepherdOfTheTrees

SUEÑOS EN LAS ALMOHADAS

De las lejanas tierras del subconsciente, llegan, a través de ojos oscuros, las profundas pasiones de nuestro ser. Navegan, perdidas en el olvido consciente, para, una noche cualquiera, derramarse sobre las mentes sembradas de dudas. Significan un todo comprensible, pero se esfuman con el primer rayo de sol, atrapado entre cortinas de metal azul. Miradas fijas al cerebro, discursos reveladores en bocas vacías, que se mueven sin emitir un sólo ruido, máquinas de la verdad humana plantadas frente a mi, en sueños, una y otra noche, desvelando falsas esperanzas que pronto se desvanecen en la consciencia.

En las lejanas tierras del subconsciente viven, agazapadas e incorpóreas, nuestras más profundas pasiones. Descansan cuando el sol ilumina nuestra vida, cuando la miel roza nuestros labios, y mientras el mundo se despliega ante nuestros pasos. Pero asaltan la cuna de nuestras noches; fingen entretenernos, contarnos historias y cuentos que hacen dormir a los niños, y sin embargo apedrean nuestra consciencia indefensa y desprevenida, dejando a veces cicatrices que trascienden ante los rayos del mediodía. Inundan el alma de dudas ancestrales, estiran la dialéctica de nuestro ser, hasta casi romperla por cualquier lado, someten mi memoria a una inquisición fantasmagórica, irracional e inconsciente. Y al despertar, la sangre de mis lágrimas se vuelve azul, espesa de sueños vertidos y que ya nunca más volveré a ver.

jueves, 22 de octubre de 2009

REGLAS BÁSICAS PARA LA NO-VIDA

Busca siempre aquello que jamás podrás obtener,
al menos así tendrás una excusa que disimule tus carencias.

ShepherdOfTheTrees

miércoles, 21 de octubre de 2009

EN EL MANICOMIO

Ayer fui al médico, me planté en su consulta.
Cara a cara le dije:
-Doctor, creo que tengo los síntomas de las enfermedades más bellas que un ser humano pueda padecer.-
Me miró aflijido y tomó mi pulso.
Colocándose apresuradamente las gafas abrió la caja de Pandora y me recetó Diazepam.



ShepherdOfTheTrees

UN VASO DE AGUA PORFAVOR


El hombre nació del llanto de las cornisas al llover.
Creció en el barro siendo un charco, un reflejo.
Hasta que ese reflejo tomó la forma de una orma
y nos vimos envueltos en un pisoteo cruel.
Siendo testigo del camino que no recorrimos,
maldiciendo delante de los ojos de la Inocencia.
Rota, obsoleta, masticada y mil veces escupida.
Pero alguien vendrá y la recogerá del suelo,
temblorosa, encogida, desnuda.
Entre paños verdes de esperanza te suplicará:

-"Mientras el cielo busque a la tierra
cuando tus dioses renazcan del odio,
acuérdate de esa Inocencia que desperdiciaste,
maltratada por el intento de ser alguien.
El amor es el dolor de mi sonrisa."-

Bastará que llores para que una lagrima vuelva a tomar forma.
Y vuelva a caer a la tierra,
desapareciendo para siempre con el impacto.
Instantáneo , tán rapido que apenas se podría decir que existió.
Como nuestras vidas.
Pero mientras sigan derramandose gotas de agua,
de las cornisas, de los llantos, de las fuentes,
algo de todo esto tendrá sentido.
Porque somos aire
y fuego y tierra
y agua.


ShepherdOfTheTrees

martes, 20 de octubre de 2009

¿CÓMO LLEGUÉ A CASA ANOCHE?


En una parada de Metro, todo ocurrió en una parada de Metro. Elegiré mis propios recuerdos y creeré en mi falsa identidad, porque la vida ya es solo un juego. Elegiré hasta el nombre de mi víctima, elegiré sus ojos marrones, sus lágrimas, que empañaban la última imagen de su verdugo, y hasta puede que escriba sus agónicos lamentos.


Esperar el Metro, una noche más, hundido en los viejos lamentos. Me escogió mi camino igual que mi asesino, esta noche, esperando el mismo Metro. Me escogió el desatino, me escogió el mismo lánguido y pausado sonido de mi Ipod. La muerte no detendrá la rutina. No esta noche, no esperando a este Metro.


Ocurrió todo en un abrir y cerrar de ojos. No de los suyos, que nunca más serán vistos. No de los míos, que ya nunca serán míos. Elegiré cruzar la línea, y desaparecer tras el teatro mágico. Elegiré hasta el último recuerdo, para poder no recordarme. Serán las luces de esta noche; será este frío y el vaho, será mi mente ensangrentada. No puede ser mi conciencia.


Recuerdo el antes y el después. Recuerdo la cuchilla, cortando mi aliento, y a la muerte, indefensa y frágil, inofensiva ante mi tozudez e incoherencia. Recuerdo la muerte constante, pegada a mi sangre, tiñendo las luces de las noches de invierno. Pero eso fue siempre, un día tras otro. Me escogió la coincidencia, de matar a un hombre muerto.

Al salir ya no me dirigí a mi casa, pues yacía junto al cadáver en el andén de la línea 5. Ya no habrá corbatas ni platas de ley, ya no hay cenas a la luz de las velas, pues no hubo casa ni cobijo, sólo máscaras y un ser reprimido. Elegiré las sombras y el sombrero, elegiré vivir en las cloacas, con lámparas de aceite de foca y alfombras de negro terciopelo. Y elegiré no haber sabido.


Al levantarme vino el tren, y al rato estaba en casa. La sangre de la ropa saldrá, y ya solo había cicatriz. Otra vez podré sentarme a leer el pasado, a ver las hojas caer, a recoger lechones al almacén; el cuarto a real de a diez. Y otra vez el mismo Metro donde morir cada noche. Elegiré la barba y zapatillas, elegiré la vida en la pantalla, pero no elegiré no haber sabido.

SALIR


A la mañana siguiente todo es distinto: la luz reabre heridas viejas, y la frenética actividad tras la puerta me recuerda que no soy nada. A la mañana siguiente deja de tener sentido el haber salido. Solo queda la misma espuma en el desagüe, los mismos restos de una purga inútil, la sangre de mis sueños rotos y esparcidos por doquier.

Después de comer lo intento de nuevo, bajo la sombra protectora de un vinilo imaginario. Bajo el suave contoneo de la aguja sobre esos mágicos surcos en negros. Recuerdo entonces mi débil movimiento, la insustancial cara de alegría fingida, el ritmo incoherente y desaliñado, imperfecto y redundante.


Son los mismos gestos de auxilio que veo en todas partes, en cada baile y cada copa de 8 euros. Son las mismas ansias de algo indefinido e indefinible, inalcanzable para quienes sólo saben buscar, pero no encontrar. Es el mismo grito mudo que languidece y se ahoga tras el humo y las risas de papel.


A media tarde, cuando la anestesia empieza a funcionar, empieza también el mismo engaño, el mismo llanto, enterrado en los cajones. Empieza el rock a alimentar mi boca, a iluminar el camino de aquí a mañana, a marcar el paso en pos de la nada, de un falso todo momentáneo. Empiezan a latir mis venas.


Empieza entonces el baile de llamadas, de planes dibujados a carboncillo, de sonrisas en el aire y líneas torcidas al nacer. Entonces imagino la noche con el sol de mediodía, piernas y carteras de acero inoxidable y miradas seductoras y furtivas, con polvo de estrellas. Imagino lo que no es, pienso lo que a otros les basta con vivir.


Imagino entonces Madrid, las luces de la ciudad y la música elegante que desprenden mis sueños, vertidos sobre ella. Imagino el marrón de la pana y Malasaña, el negro y el cuero en una Gran Vía. Siento como hierve algo nuevo, bajo estas nuevas calles. Siento que bajo este cielo estrellado se mueven las vidas que me importan.


Y llegará la noche, puntual e implacable, y pensaré en el vacío a cada copa, a cada trago envenenado de imaginación. Tronarán los decibelios, pero hasta la música me parecerá mortal, tristemente esporádica; como cuadros desconchados en el salón de los espejos del tiempo, donde nada oculta el vacío.


Volverá la misma mañana otra vez, cubierta, hoy, de esa extraña sensación de domingo. Volverá el estómago a cerrarse y no habrá ni rastro de las risas de antaño. Solo ese gusto a hielo caldeado y brasas de anestésico. Solo esas ganas de escuchar Neil Young y no volver a empezar. Solo conmigo mismo.


Volverá la misma tarde. Volverá el eco de la destrucción y el murmullo de la reconstrucción, volverá la argamasa a secarse sobre las cenizas de ayer. Volverán a trazarse los caminos, y volverán pronto las golondrinas, con su canto, en primavera. Seguiremos subiendo y bajando, marcando el círculo a ras de suelo.


Y seguirán naciendo hadas, brujos y conjuros hasta el alba.
(FOTOGRAFÍA DE JUAN LUIS CABRERO)