No quiero entrar al trapo y al ataque sin cabeza. No es por nada de lo que haya pasado este fin de semana. Vengo de a tomar por culo, y en un rápido repaso a la prensa deportiva me encuentro una noticia de algo de dopaje, de la Cope, del Real Madrid y del Barça. No lo he leído. No vengo a defender inocencias y glorias de Barcelona, que bien solito se basta, ni a insultar a la santa institución que es el Real Madrid, noble rival, y viejo enemigo íntimo. Vengo aquí a defender al fútbol español, porque se ve rodeado y devorado.
Sería lamentable que el Madrid ganase esta Liga con el poco fútbol que ha demostrado. Con tanto cohete de feria suelto en el mercado, el nuevo proyecto de Florentino es aún más despreciable que el primero. Repito, no quiero atacar al Madrid, sino en todo caso defenderlo, alentarlo. O quizá sea mejor así para todos. No lo sé.
Me parecería lamentable que el Madrid, con el poco fútbol que exhibe, en comparación con el Barça, se llevara esta Liga, jugando sucio. No se ganan las Ligas en las salas de prensa, ni en las portadas y el nº de ventas, sino en los terrenos de juego. La campaña de desestabilización anti-Barça fue, al principio de la temporada, más burda y tosca. No hablo sólo de Mourinho que, en cierto modo, en su derecho está: hablo de Marca, Ser y Cuatro, fundamentalmente. Ahora quizá se ha hecho más sutil, o quizá la bola de nieve ya camine sola, y todo se haya producido según los cálculos de algún amasapasta sin piedad que, repito, se está cargando nuestro fútbol.
Sinceramente me esperaba algo más de los medios, dadas las circunstancias. Deberían besarle los pies al Barça, porque gracias al fútbol de la Masía, España ha ganado Mundial y Eurocopa; sí, al fútbol. No hablo de estrellitas de medio día, de nombres fulgurantes en camisetas de a 72 euros: hablo de fútbol, de un amor, de una filosofía, de un querer hacer, de un estilo, de una artesanía fina que puede no tener asegurado el triplete este año, pero sí una lugar en algún museo. Me esperaba apoyo de la prensa, gratitud, más respeto por el trabajo de día a día que, ahí sí, existe y se valora. Esperaba una crítica del fútbol más convencida del modelo blaugrana. Pero no, en absoluto. Repito, no vengo a defender al Barça.
Vengo a defender al fútbol español porque alguien se lo está cargando. La prensa juega a caricaturizar a Barça-Madrid como el bueno y el malo de la película, en el mejor de los casos. Como ahora ya cansa el palique de Mou, todos con el Barça! Y más presión! El Barça se juega la Liga y su prestigio, pero también el de la idea que nos llevó a campeones a todos. El Madrid, el malo atractivo, no tiene nada que perder, pero hace ganar mucho a muchos. Se celebra que haya combate, que el bien y el mal se enfrenten; como en la Guerra Civil, toda Europa expectante. Los medios bendicen la lucha, como la Santa Madre Iglesia: pero las ideas son las que mueren en los campos de batalla. Yacen al final, junto a los cadáveres. Eso es la guerra. El Partido del Siglo.
Los medios, ahora más sutiles, no se ponen de parte de nadie. Pero coño, hay que reconocer que es Mou la gallina de los huevos de oro. Las portadas con títulos y records, con gratitud e involucración, se ve que cansan al público. Queremos guerra. Sería lamentable que el Madrid ganase la Liga por el poder mediático que se ha generado, y no por la labor practicada en un campo de fútbol, con su hierba, su balón, y esos 22 tíos corriendo en calzoncillos. ¿Cómo es posible que, de una manera o de otra, el Barça tenga que justificar sus victorias, ante argumentos no futbolísticos, semana tras semana? Debería bastar el maravilloso trabajo que hacen los jugadores en el campo. Pero no. Mourinho acusa, como un cobarde, y el eco llega a Barcelona en forma de niñería, pero que al fin y al cabo, es contestada y debatida entre la gente. Mourinho dije gilipolleces, y los medios le ríen la gracia. Ahora ya casi ni le soportan, pero le han cosido el megáfono a la cara. Trabajo hecho: bola rodando.
El primer proyecto de Florentino se basó en el poder de la economía inmobiliaria, una de los clavos de nuestra ataúd en la presente crisis, por cierto. Pero bueno, el hombre tuvo buen gusto, dejó trabajar a ojeadores nada tontos, y se trajo a los mejores jugadores del mundo. Cosa que ahora no puede, porque están en el eterno rival, y son de casa. Pero hizo un equipo como Dios manda, y daba gusto verles jugar, la verdad. El segundo proyecto, tras el ocaso del primero se basa en algo aún más feo, me parece a mí. En el poder mediático que, de alguna manera, ha sabido poner a sus pies Don Florentino, el empresario de la década. La apuesta está clara: si falla el intento de jogo bonito con Pellegrini (un año de margen), nos vamos a por el puñetero Special One. El enemigo nº 1 del Barça, el entrenador más caprichoso del planeta. ¿El mejor? A ver si con la plantilla y el presupuesto del Depor consigue la salvación, año tras año, como cualquier “vulgar” Lotina de la vida. Lo que se han gastado en los clubes en fichajes para Mourinho resulta casi incalculable.
El hombre tendrá sus virtudes, que nadie cobra lo que cobra ese por no hacer nada, por ser mediocre….¿o sí? Pero la apuesta de Florentino está clara. No al fútbol, porque qué más da, si es un negocio. Y sí al poder mediático que implica el traer a un tipo como Mourinho. Todo está en venta en el Madrid, y el perrito del demonio ya ha empezado a morder la mano que le da de comer. Lo malo es que a medida que el perro muerde, a diestro y siniestro, a la mano misma del dueño, éste, a su vez, en la otra mano, amontona semana tras semana cientos y cientos de miles de millones de euros, por la gracia del nuevo mordisco del perrito. Un circo, vaya. Pero de fútbol, poquito. Y el que hay es a golpe de prepotente chequera.
El Madrid parece un rival más digno. Pero no nos engañemos. Con un poco más de paridad en los recursos económicos de los 20 equipos de 1ª división, la Liga estaría ya sentenciada. Da la casualidad de que el Barça no ha pagado por sus principales figuras (A mi entender: Piqué, 5 millones, Puyol, Sergio, Xavi, Iniesta, Messi, Pedrito). Es el Madrid quien, adinerada e injustamente, ha alargado tanto el tope presupuestario del fútbol español, que ahora no llega nadie a su altura. Solo el Barça, que tiene, porque los cultiva, los mejores tomates de la huerta. Esos que el bueno de Florentino habría ya comprado si pudiera. Si el Madrid se ciñera a su cantera, y al gasto medio del Barcelona en fichajes, lo pasaría canutas en la Otra Liga, en la de los Valencia, Sevilla, Villareal y Atlético. Seguramente sería 2º, pero por fútbol, sin el 40% de su inversión en fichajes, estaría lejos del Barça.
Respeto mucho al Madrid de Xabi Alonso, de Sergio Ramos, de Casillas, De Özil, de CR7, de Marcelo (fíjate! Quién me lo iba a decir!), al Madrid del trabajo bien hecho, pero no al del capricho constante, al de la campaña sucia de estiércol mal tirado, al de la venta deshonrosa. Todo vale para derrocar la catedral de fútbol que está construyendo el Barça en estos años, una catedral en la que, por cierto, por mucho que se resista De la Morena, puede rezar cualquier ciudadano del mapa español. La Masía es solidaria: nos ha dado un Mundial a todos.
La prensa española podría estar más agradecida porque ese modelo culé nos ha llevado a la gloria. Pero Floren se ha subido al carro, y ha visto negocio, por lo que va a conducirlo él. Qué curioso que se vuelva a presentar cuando el fútbol vuelve a ser la polla en España, cuando hemos ganado una Eurocopa; y qué curioso que su primer proyecto sea un intento de parecerse al Barça (modelo imperante en la gloriosa roja), contratando a un tal Pellegrini que, no es por nada, ha dejado tanta huella en el Villareal tras 5 años allí, que el equipo sigue jugando maravillosamente bien al fútbol por inercia. Buenas herencias, trabajo bien hecho. Pero Florentino no tuvo paciencia. Y tira del juego sucio: de la guerra mediática, de la complicidad de la prensa de carnaza, de la celebración de la lucha, de la simpleza maniquea del bien y el mal, pero burdamente jugada. Mourinho se adapta al pelo, son como anillo y dedo. No sé qué vino antes: la eliminación por parte del Inter, el dedito en alto retando al Camp Nou, el proyecto Florentino 2.0, o la llamada de la prensa, o de quienes se estén lucrando con todo esto, para instar al Presidente a empezar la jugada. La jugada maestra.
Por algún motivo, seguramente el increíble fútbol de La Masía, la palabra fútbol y España están cada vez más asociadas en el mundo. En este mundo de marcas, global, del que disfrutamos todos. Pero deberíamos ser conscientes. Tenemos que pensar bien qué vendemos a cambio de todo lo que nos llega de esta nueva Sociedad de la Información. Ojo, no del conocimiento, de la información, de las comunicaciones. La ecuación podría ser así: La Masía trabaja bien desde los ’90, y en 2008-2010 eclosiona una generación asombrosa de futbolistas que nos llevan a la gloria mundial; los poderes no son tontos, y se dan cuenta de las posibilidades que todo eso conlleva; se vende la imagen de España tan ligada al fútbol como antes a los toros, pero con mucha mejor cara; y, evidentemente, hay gente que empieza a sacar un montón de pasta de ahí.
No es que no me parezca legítimo, que lo es; pero me parece triste lo que estamos vendiendo, los aficionados, por esa cosa tan estúpida y abstracta. El fútbol español no se ha visto recompensado por las victorias alcanzadas como Selección, solo el Madrid se ha aprovechado. Se vende genial la lucha 1 contra 1, el proyecto que puede derrocar a lo invencible, no tanto los intrincados líos de una Liga como la inglesa. O sí, pero en nuestro caso, nos vamos al triste modelo maniqueo que ya impera en elecciones generales y todo. ¡Quiénes somos los futboleros para parar el bi-todismo!
Florentino sabe lo que hace, de eso no hay duda. Pero al menos debemos tener en cuanta con qué armas está jugando. Y lo que no me esperaba es que tuviera ese total apoyo de los medios para su nueva batalla sucia. Esperaba que los medios reconocieran dónde está el fútbol y dónde el negocio; esperaba que de haberlo reconocido, se hubieran decantado por el noble deporte, y no por la palabrería barata de imprentas perezosas y lameculos. Que sepan, que lo sabrán (porque al fin y al cabo, son empresas), que se han vendido al mejor postor. Y este nuevo dueño nuestro, como aquel que yo me sé, puede colocarnos sobre la bañera, como a un vulgar Miró, para que nos derritamos poco a poco y nos consumamos en nuestros propios errores.