miércoles, 26 de enero de 2011

LA CONQUISTA DE LO IMPOSIBLE



La conquista de lo imposible.

Estamos a principios del siglo XX. Las antiguas colonias europeas de Sudamérica son ya historia, pero el expolio continúa. En las estribaciones andinas de la gran selva amazónica, entre los ríos Pachitea y Ucayali , fruto de las obsesiones y vicios de Werner Herzog nació el extraordinario film Fitzcarraldo, que narra el descabellado proyecto de un adinerado colono alemán en Perú, movido por el sueño de construir para Caruso, un Teatro de la Ópera en Iquitos.

Este fotograma resume muchos de los intensos mensajes que la película contiene. Esa férrea mirada de Klaus Kinski a un infinito tangible, al alcance solo de la mano de los soñadores, es la definitiva conquista de lo imposible. En su temeraria incursión al reino de los jíbaros, Fitzcarraldo lleva consigo al mismísimo Caruso, que silencia hasta a la muerte, y no digamos a los indios hostiles. No es el relato del regalo de la civilización, es el regalo de la música y de las artes, y de todos los sentimientos que éstas provocan, que nos hacen a todos más humanos, más humildes. Es la imagen de quien se emociona con lo bello, de quien es capaz de imaginar lo imposible, y de lograrlo, tan solo por el gusto de poder compartir esa belleza sobrehumana que le ha inspirado. No vence a los jíbaros, les convence, les atrae, y les une a su causa: la causa del arte, de la rendición incondicional de la condición humana ante lo sublime.

sábado, 22 de enero de 2011

EL FUTURO INTOLERABLE




El futuro intolerable.

Según dicen los estudios, el 95% de la población mundial sigue siendo creyente. A principios del siglo XVI Nicolás Maquiavelo predijo el inicio de un proceso de secularización que, a día de hoy, parece no haber hecho grandes avances. Las guerras de religión, a priori, han desaparecido; no obstante ya advirtió Fukuyama, el gran ideólogo neo-cons, que tras el fin de la Historia, con la derrota del bloque comunista, llegaría la era de las grandes luchas de civilizaciones.

La niña de rojo, entre las reliquias desenfocadas de un sistema imperecedero, aparece ante nosotros en el centro casi exacto de la imagen, llamando poderosamente nuestra atención; y pese a su aparente inmovilismo, resulta la única figura realmente viva en ese momento. Su gesto destaca entre los espectros, en ese entorno fantasmagórico y alienado que aún le es ajeno. Las nuevas generaciones son una ventana abierta al futuro, condicionadas, eso sí, por la tradición: la democracia de los muertos.

La inocencia y la alienación quedan retratadas a la perfección en esta instantánea dinámica y centralizada, que sin embargo recuerda inmediatamente, a toda nuestra generación, al delicado pigmento carmesí de la Lista de Schindler. ¿Una asimilación producto del occidentalismo del autor, o fruto calenturiento de las mentes posmodernistas?


Las mujeres musulmanes atienden a rezos en la víspera del primer día del mes de ayuno islámico de Ramadan en una mezquita en Surabaya, East Java, Indonesia el 31 de agosto de 2008. (REUTERS/Sigit Pamungkas)