martes, 20 de octubre de 2009

¿CÓMO LLEGUÉ A CASA ANOCHE?


En una parada de Metro, todo ocurrió en una parada de Metro. Elegiré mis propios recuerdos y creeré en mi falsa identidad, porque la vida ya es solo un juego. Elegiré hasta el nombre de mi víctima, elegiré sus ojos marrones, sus lágrimas, que empañaban la última imagen de su verdugo, y hasta puede que escriba sus agónicos lamentos.


Esperar el Metro, una noche más, hundido en los viejos lamentos. Me escogió mi camino igual que mi asesino, esta noche, esperando el mismo Metro. Me escogió el desatino, me escogió el mismo lánguido y pausado sonido de mi Ipod. La muerte no detendrá la rutina. No esta noche, no esperando a este Metro.


Ocurrió todo en un abrir y cerrar de ojos. No de los suyos, que nunca más serán vistos. No de los míos, que ya nunca serán míos. Elegiré cruzar la línea, y desaparecer tras el teatro mágico. Elegiré hasta el último recuerdo, para poder no recordarme. Serán las luces de esta noche; será este frío y el vaho, será mi mente ensangrentada. No puede ser mi conciencia.


Recuerdo el antes y el después. Recuerdo la cuchilla, cortando mi aliento, y a la muerte, indefensa y frágil, inofensiva ante mi tozudez e incoherencia. Recuerdo la muerte constante, pegada a mi sangre, tiñendo las luces de las noches de invierno. Pero eso fue siempre, un día tras otro. Me escogió la coincidencia, de matar a un hombre muerto.

Al salir ya no me dirigí a mi casa, pues yacía junto al cadáver en el andén de la línea 5. Ya no habrá corbatas ni platas de ley, ya no hay cenas a la luz de las velas, pues no hubo casa ni cobijo, sólo máscaras y un ser reprimido. Elegiré las sombras y el sombrero, elegiré vivir en las cloacas, con lámparas de aceite de foca y alfombras de negro terciopelo. Y elegiré no haber sabido.


Al levantarme vino el tren, y al rato estaba en casa. La sangre de la ropa saldrá, y ya solo había cicatriz. Otra vez podré sentarme a leer el pasado, a ver las hojas caer, a recoger lechones al almacén; el cuarto a real de a diez. Y otra vez el mismo Metro donde morir cada noche. Elegiré la barba y zapatillas, elegiré la vida en la pantalla, pero no elegiré no haber sabido.

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